-Así
que esto es la muerte-dijo.-Pues no se está tan mal.
Miró hacia los lados, y no vio nada.
-Este debe ser el vacío del que
tanto hablan. ¿Pero no debería hacer frío?
Justo
cuando terminó de pronunciar estas palabras, sintió una fría corriente, como si
alguien se hubiera dejado abierta la ventana en pleno invierno.
-¡Cierren eso!-exclamó, no supo muy
bien por qué. Pero alguien debió hacerle caso, porque dejó de sentir
frío.-Quizá aquí te obedezcan todos tus deseos. Eso estaría bien.-Así que cerró
los ojos e imaginó lo que más deseaba en ese momento. -¡Quiero tarta!-Pero nada
ocurrió.-De chocolate-siguió-con almendras y nata. Y caramelo. Y bizcocho por
abajo. Y con unas cuantas cerezas rojas por encima, como las buenas de
verdad.-Pero siguió sin pasar nada.-Pues vaya-decepcionado, echó a andar.
Iba dando patadas al aire, gritando
palabras que le venían a la mente, sin ningún sentido, por ver si pasaba algo.
Pero todo seguía exactamente igual. Esperaba cualquier cosa: distinguir o sentir
algo, ver a alguien, o poder hablar con él. Estaba muerto, pero eso no parecía
el cielo, al menos no el cielo del que le habían hablado: no había ángeles de
rubios rizos tocando el arpa, ni ninguna puerta con un hombre barbudo
custodiándola, y tampoco sentía paz. Aunque tampoco parecía el infierno: no oía
gritos, no había fuego, no estaba siendo torturado ni veía a ningún ser con
patas de cabra, rabo y cuernos que sujetara un tridente. ¿Qué había sido de él?
De pronto, se sintió perdido, abandonado a su suerte. ¿Qué le esperaría?
¿Habría algo si seguía avanzando? ¿Realmente estaba avanzando? Y como no podía
responder a ninguna de sus preguntas, se detuvo. Se sentó en el suelo y comenzó
a sollozar. Pero vio que de sus ojos no caían lágrimas por más que lo intentara;
probó a pellizcarse las mejillas, incluso, pero el resultado fue idéntico. Como
si de un experimento se tratara, comenzó a golpearse las piernas con los puños;
paró cuando se cansó y comprobó que ni siquiera se habían puesto rojas, y que
no sentía dolor.
-Quizá sea esto-se dijo. –Quizá el
fin consista en vagar durante toda la eternidad completamente sólo, sin nada ni
nadie con lo que entretenerse, y sin poder sentir como cuando estaba vivo.
Entonces tuvo una idea:
-¿Y si pensara en todas las cosas
buenas y malas que he hecho? Quizá esto sea una especie de limbo, y cuando
averigüe qué tipo de persona soy y de qué me debo arrepentir, vaya a otra
parte.
Pero no fue así.