domingo, 31 de marzo de 2013

Belleza


Hay cosas preciosas en este mundo, desde una sonrisa sincera de alguien a quien quieres, hasta una tarta de chocolate. La belleza se esconde por todas partes, aunque a veces nos resulte más fácil que otras encontrarla. Pero está en todos sitios, lo aseguro. En todo se puede encontrar un lado bueno, por pequeño que sea. En cada crisis hay una oportunidad para superarse; en cada derrota, una oportunidad para aprender algo nuevo. Lo bello no es sólo lo agradable de ver, que también, sino todo aquello provechoso y bueno. Una imagen puede ser bella por sus colores, la luz, el orden y la forma de los elementos que aparecen en ella, el significado que le damos, o lo que representa; de la misma forma, una persona no es sólo bella por sus rasgos o el color de ojos, pelo y piel: es bella por todo lo que la compone, dentro y fuera, significante y significado. Y lo mismo ocurre con las situaciones. Por eso siempre hay algo bueno en todo lo que podamos encontrarnos. La vida no consiste en quejarse de lo malo, sino en, si no podemos evitarlo, aprender de ello y buscar el lado bueno que trae.
            Incluso la filosofía oriental comparte este punto de vista con el yin () y el yang (). 
 
Yin es el lado oscuro, la noche y lo femenino; Yang el lado claro, la luz y lo masculino. Cada parte contiene una semilla de la otra: en toda oscuridad hay un espacio de luz, igual que en toda luz hay un espacio de oscuridad.

viernes, 22 de marzo de 2013

Los paradigmas de la educación



Quiero mostraros un vídeo de Ken Robinson de hace algunos meses, en el que habla de los paradigmas de la educación actual. Está doblado al español para que los hispanohablantes podamos entenderlo en todos sus matices.















Es muy recomendable y a mí personalmente me dejó con los pelos de punta y sin palabras. Ese es uno de los motivos por los que no comentaré mucho más acerca del vídeo, y el otro, y el más importante, realmente, es que Robinson lo deja muy claro ya, sin asomo de duda.

http://www.youtube.com/watch?v=WbOtm0zkxLQ

domingo, 10 de marzo de 2013

“Un trabajo muy sucio” (Christopher Moore)


Este curioso libro con trazas de humor absurdista trata de Charlie Asher, nuevo propietario, tras la muerte de su padre, de “Oportunidades Asher”, una tienda de objetos de segunda mano.

Su vida no tiene mayores contratiempos, hasta que su mujer da a luz a su hija Sophie: cuando entra en la habitación, su esposa está muerta, y junto a ella, hay un hombre enorme, alto y de piel muy oscura, vestido con un traje verde y negro. Se sorprende no de ver a Charlie, sino de que éste le vea a él: asegura que es un Mercader de la Muerte, y que su trabajo es hacer llegar el alma de los muertos, encerradas en objetos materiales, a sus nuevos propietarios. Y desde ese momento, ese pasa a ser también el desempeño del protagonista. Es un trabajo muy sucio. Pero alguien tiene que hacerlo.
Pero eso no es todo. La pequeña Sophie parece que tiene algo que ver en el asunto, y esas tenebrosas voces que escucha desde las alcantarillas le indican que todo es más complejo de lo que había pensado. ¿Y qué pasa si una misma persona consigue varias reliquias del alma (distinguidas del resto de los objetos porque brillan en rojo para los Mercaderes)? ¿O si no consiguen hacerse con todas a tiempo? Eso es algo que tendrás que descubrir por tu cuenta, querido lector.
Que disfrutes de la lectura.

domingo, 3 de marzo de 2013

Soledad


Y despertó. Con los ojos abiertos, en una cama vacía, mirando el techo. Sólo había calor en la parte que ella ocupaba; al echar su brazo a un lado comprobó que la otra mitad estaba helada. Rodó hacia ese lado y se hizo un ovillo. No había nadie, estaba sola. Completamente sola. Se ahogaba entre tanto espacio. No había lágrimas, pero apretaba los ojos como si las hubiera. Se tapó aún más con el edredón, tratando de transmitirle calor al tejido que había bajo ella. Se imaginó pasar el resto de sus días así, durmiendo en una cama igual de vacía y fría. Sintió algo que le oprimía la garganta. Se incorporó, agarró el frasco de pastillas de su mesilla de noche, se tragó unas cuantas con ayuda del vaso de agua que hacía compañía a caja sobre la mesa y volvió a sumirse en un profundo sueño que la alejó de sus miedos, de su realidad y de su escasa valentía para afrontarse al mundo.