Llega
un momento en el que no queda esperanza. Has luchado y has perdido una y otra
vez. No ves progreso, no ves avance. Tampoco es como si el tiempo se detuviera
y simplemente todo parara; en lugar de eso ves que todo gira a tu alrededor,
todo sigue avanzando, siguiendo su curso, pero tú no puedes hacerlo. Parece
incluso que sólo pierdes el tiempo, pero no puedes pararlo, o aprovecharlo.
Delante de ti hay una puerta cerrada, que ya has intentado abrir tantas veces
que ni te molestas en intentarlo. Todos los que iban de la mano contigo
encontraron su camino, tomaron sus decisiones y siguieron adelante. Pero tú
sigues ahí, mirando esa estúpida puerta, pensando en una llave para abrirla, o
en un hacha para destruirla. Y tus manos siguen vacías. Es ahí cuando llega el
auténtico reto: crear esperanza de la nada, creer que un día, sin más, la
puerta se abrirá y podrás seguir tu camino, creer que un día lucharás y no
perderás. No puedes basarte en nada: nada indica que no vayas a perder, nada
indica que tengas la posibilidad de volver a luchar, pero en eso se basa la fe,
y la fe es un reto: creer en algo sin pruebas, sin avisos, sin verlo y sin
sentirlo. Solo creer en ello porque sí, porque sin esa creencia no podrías
levantarte por las mañanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario