miércoles, 3 de octubre de 2012

"El amante bilingüe"


Es una novela de Juan Marsé, llevada al cine en 1992 por Vicente Aranda, que narra cómo el protagonista, Juan Marés, es engañando y abandonado por su mujer, una alta burguesa de la que no consigue olvidarse. Se convierte en un indigente que toca por unas monedas por la calle donde ella pasa, y se las gasta en llamar a su trabajo para oír su voz.
Diez años han pasado, y sigue gritando su nombre y soñando con ella y con esa noche donde la encontró con un murciano en la cama. Tiene un sueño, en el que él mismo, disfrazado, habla con su yo abandonado, y le sugiere cambiar su apariencia, y enamorarla de nuevo.
Prueba su disfraz (un antiguo amigo de la infancia de Marés, murciano y alejado para siempre de Cataluña) con una vecina viuda, y sólo tras entrar en su casa siguiéndole el juego a esta mujer, descubre lo sola y vulnerable que es ella también. Le lleva a su habitación, con papel de animalitos rosados en las paredes y un gran oso blanco de peluche sobre la cama, al que abraza mientras retoza con Juan. Hasta ella parece tener compasión de sí misma, que no duda en usar, junto con una remilgada e inocente manera de conquista que a nadie engaña, para conseguir una ocasión efímera sobre la cama. Tan artificiosos ambos, tan lamentables y solos, parecen encontrarse bien: el falso murciano del que se ha disfrazado, y la niña-viuda.
Encuentra a Norma, y se produce una atracción entre ambos, cosa que el músico callejero ya había supuesto cuando ideó su disfraz. Poco a poco, el personaje va robando a la persona, creyéndose su propio engaño, y sintiéndose Faneca de verdad, al tiempo que va enamorando a Norma. Faneca se siente un mal amigo de Marés, dice, le gusta la mujer de su amigo, pero poco a poco aprende a olvidar a esa sombra que se convulsiona es las esquinas y desaparece, todo él, dándosele por muerto y cediendo sus escasas posesiones al murciano.
La novela en sí es llamativa, pero cabe destacar un detalle del final: Faneca durante dos ocasiones ve literalmente (o cree ver) a Marés, escondido y siguiéndole, celoso y dolorido por la traición del que creía su amigo. Llega a sentir la cojera del personaje ficticio, siente ceguera en el ojo tapado por el parche, se siente “desnudo” sin los complementos del disfraz. ¿Había llegado el protagonista a un estado tal de desolación y desesperanza que se sumerge de tal manera en el personaje inventado que no es capaz de volver a su antiguo yo, ni siquiera de reconocerse? ¿Son realmente alucinaciones las que sufre el falso Faneca? ¿Cabe replantearse de algún modo que realmente haya un Marés exterior al cuerpo que ocupaba? Moralmente hablando, ¿debía sentirse el falso Faneca culpable del mal fin de Marés? Esta abrumante obsesión por Norma y sus psoteriores consecuencias, ¿se deben a una posible esquizofrenia? Son cuestiones que lanzo al aire para quien quiera recogerlas, y quien lo desee, está invitado a contestarlas en los comentarios, esas, o cualquier otra que le pueda surgir al lector.
Un saludo y feliz lectura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario