viernes, 3 de mayo de 2013

Fracasos y cimientos

Hay fracasos que te hacen plantearte todo: tu vida, la de los demás, el cómo enfocas las situaciones, tu planteamiento vital, todo. Lo malo es que estos planteamientos están llenos de inseguridades: un día crees una cosa y al siguiente otra, pero siempre hay un rescoldo común, que va aumentando poco a poco, hasta hacerse evidente, como un gran rascacielos en medio de una aldea desolada.
Y es que si hay fracaso es porque hay desolación. Los cimientos en los que te basaste están mal, todo ha caído, absolutamente todo se ha destruido: hay que empezar de nuevo. Así que retiras los rastrojos que quedan y dejas espacio a nuevas construcciones. Y empiezas en ese mismo momento, con ideas de paja, hasta que consigues una de un material más resistente, y te fundamentas en ella para volver a construir tu aldea.
En esa aldea  hay una base, y esta vez es una base de movilidad: no hay nada consistente: los que hoy son tus amigos puede que mañana dejen de serlo, los que hoy conoces tan bien mañana pueden ser completos desconocidos, las personas a las que se supone debes sentirte más unida son de las que prefieres alejarte. No hay un "para siempre", ni un príncipe azul, ni unos amigos de toda la vida. Ésa es la verdad absoluta: lo único que hay en esa aldea, lo único que puede haber jamás, es una sola casa, pequeña, de una planta, sin jardín ni terraza, donde vive una única persona, sola, hasta que muera, sin nadie que vaya a acompañarla jamás. Y lo único que puede hacer esa persona es hacerse a la idea y convertirse en autónoma: no necesitar a nadie es el único camino para poder seguir adelante.


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